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Contraccion y expansion de la mujer

  • Foto del escritor: Carolina Flores
    Carolina Flores
  • 23 feb 2019
  • 2 Min. de lectura

Cuando alguien nos hiere, cuando la vida nos pone delante de situaciones que nos confrontan con nuestras inseguridades más profundas, o cuando tenemos miedo y regresamos al rincón donde nos sentíamos a salvo de niñas ... las mujeres tendemos a contraernos.

Nos contraemos para protegernos, para sentirnos a salvo, para cerrar nuestras puertas y exiliarnos del mundo. Unas veces nuestro instinto nos lleva a apartarnos temporalmente para que nadie pueda volver a herirnos. Sabemos que necesitamos sanar nuestras heridas, aullar nuestros lamentos, acariciar nuestra vulnerabilidad y mecernos con la luna. Es un tiempo sagrado de silencio, de introspección, de contacto íntimo con nuestros sentimientos más profundos. Nos retiramos en soledad para encontrarnos; anhelamos nuestra compañía y deseamos encontrar nuestra verdad. Nos quedamos aquí el tiempo que necesitamos, sabiendo que vamos a volver. Al final, salimos de nuestra cueva más fuertes, seguras, inspiradas para seguir creando. Otras veces, en cambio, nuestra contracción es tan intensa que nos apartamos del mundo totalmente. Cerramos todas nuestras puertas y nos escondemos detrás de nuestras murallas. Colocamos nuestra Guardia Real personal tras esos muros, invocando su protección. Nos convencemos de que éste es el lugar donde debemos estar. Este encierro es indefinido. Nadie puede predecir realmente durante cuánto tiempo mantendremos nuestro corazón cerrado. A veces, nuestro corazón se congela en una emoción concreta: pérdida, culpa, miedo, indiferencia ... y vivimos en ese frío, asustadas, solas, sin dirección. El miedo nos mantiene ocultas en nuestra cueva, dándonos una sensación falsa de que allí estaremos más seguras. Nos alejamos de la Vida. Y, en este estado, en vez de encontrarnos acabamos perdiéndonos. Caemos en una especie de limbo, de coma energético, incapaces de responder. Nuestra naturaleza interna nos dice que después de un tiempo de contracción es necesario un tiempo de expansión. Después de un período de cerrazón es necesario, es importante, un período de apertura. No es sano para nosotras que nos quedemos atrapadas en un laberinto de tristeza, enojo o falta de perdón. Nuestra creatividad necesita espacio para ser expresada; nuestra energía necesita volver a fluir con la vida; nuestro corazón necesita volver a dar y recibir amor. Si estás en este laberinto, abre tu puerta para que puedas sanar tus heridas y aullar tus lamentos, mecerte con la luz de la luna. Recobra tu energía interior. Nutre tu corazón. Y después ... después abre otra puerta para poder salir al sol. Entra en el juego de la vida. Retoma tus clases, tu trabajo, vuelve a hacer ejercicio, sal con un amigo, busca la compañía de tus amigas, tal vez ayuda profesional para apoyarte y ayudarte a ser valiente. A veces tampoco es cuestión de valentía. La vida no es un ogro esperando a devorarte, sino una invitación para participar de la fiesta.


Texto original: Dra. María Clark




 
 
 

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